Parece ser que los comienzos siempre son emocionantes, ¿verdad? Es como si la ilusión marcara cada uno de los segundos, como si ese miedo a caer al vacío desapareciera. Como si todo fuera posible, y el vértigo no existiese. En estos dieciséis años ya he tenido muchos comienzos. Como todos, supongo. Unos más exitosos, y otros un desastre. Pero uno de los más importantes ocurrió hace ocho años, en el hemistiquio de mi vida. Por una razón incomprensible, un impulso del subconsciente, cogí el lápiz y me arrojé a las páginas en blanco a pintar con palabras. "El gnomo viajero", de 2004, es el primer cuento que escribí con el corazón vagando por mi mente buscando emociones y sueños infantiles que plasmar. Apenas tres páginas de una libreta azul, entre dibujos coloreados y garabatos; el comienzo de cientos de páginas escritas. Como forma de comenzar las publicaciones, la web, y toda la espiral de mostrar mi obra al mundo, aquí os dejo la historia escrita por una niña que soñaba con volar, era fan de David el Gnomo y se había enamorado del universo. El gnomo viajero. Había una vez una fábrica que inventaba todo tipo de cosas; globos, pelotas de todos los colores... Pero eso sí, sólo juguetes. Un día el señor que se ocupaba de la máquina que fabricaba globos se despistó con una mariposa azul que le hacía cosquillas en la nariz, y fabricó un globo pero especial. Llevaba un gnomo dentro. Se lo dieron a un vendedor de globos que ni se dio cuenta de que era especial, por eso se lo dio a una niña llamada Lucía. ¿Sabéis lo que le pasó a Lucía? Que empezó a decir lloriqueando: "¡Mamá, el globo, el globo se ha escapado!" Y cierto era; el globo especial empezó a volar... El gnomo disfrutaba del paisaje muy contento pensando en la aventura que estaba viviendo; pero empezó a anochecer a un paso gigante. Cada vez más arriba el gnomo se durmió. Y cuando despertó estaba rodeado de unos seres llamados niños, iguales que Lucía. Cuando se vio en un espejo vio que él era del mismo tamaño tan gigante (para él nosotros somos gigantes) como los otros niños. Los niños le dijeron que eran una pandilla que había intentado llegar a Saturno junto a un astronauta, pero habían fracasado por culpa de un satélite, un cometa y un gran meteorito que no les dejaba pasar, y sólo habían llegado hasta Marte. Se habían hecho cabañas para vivir, y dijeron que ellos sólo tenían pensamientos buenos, y que por eso tenían los ojos de muchos colores. El gnomo tenía al final ojos de muchos colores también. ¿Y sabéis qué? Que el gnomo al final llegó a Saturno con los niños y el astronauta, y de Saturno volvió a la Tierra con sus amigos. Pero al volver volvió a ser muy pequeñito. Por eso en la Tierra fue a visitar un mago volando en el globo especial (que aprendió a conducir), que le convirtió en ser humano. Y allí estará nuestro querido amigo el gnomo-humano, vendiendo globos de todos los colores a niños como Lucía. Y colorín colorete, por la chimenea sale un cohete.
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December 2015
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